Hacer trabajos a niveles altos puede transformarse en un problema porque, además de las características de la labor misma, hay que disponer de espacio para colocar una diversidad de materiales, herramientas y piezas; muy probablemente sin contar con un ayudante. La cesta elevadora permite resolver todas esas situaciones con facilidad.
Dependiendo de la magnitud de la actividad, será el tamaño de la canastilla. Así se consiguen desde las muy pequeñas en las que solo se introduce un hombre (para cambiar una luminaria, por ejemplo, de las farolas públicas); hasta las más grandes, que soportan mucho peso y cuentan con espacio de operación suficiente para varias personas.
Las cestas, a su vez, pueden colocarse en distintos sistemas de elevación; de tijera o articulados e inclusive sobre andamios móviles. Y la libertad en el movimiento en todas las direcciones que ellas confieren hace posible acceder a lugares difíciles o peligrosos. Lo que, recurriendo a métodos alternativos, como la fabricación de plataformas u otras facilidades, podría tomar mucho más tiempo.
La seguridad en estas canastas se ha maximizado por el uso del confinamiento metálico, por lo menos al nivel de la cintura humana. Además, tienen capacidad de instalación de dispositivos de aseguramiento personal; pero, sobre todo, proporcionan el espacio para movilizarse apropiadamente conforme al trabajo que se tenga que desarrollar.
En el caso de las labores en altura, ya sean modificaciones o ampliaciones, pintura o mantenimiento rutinario (como sustituir las bombillas de los edificios o pintarlos), el empleo de las cestas elevadoras facilita notoriamente el desempeño. Asimismo, minimiza la cantidad de trabajo, anterior y posterior y reduce el tiempo de respuesta.
Algo digno de mencionar sería que, para utilizarlas no es indispensable comprarlas; la razón es que existen empresas que las alquilan y poseen una amplia variedad de modelos. De tal modo que, cualquier actividad a acometer se puede realizar de acuerdo a la necesidad y sin pérdida de tiempo.