Es común en nuestro idioma que una palabra tenga diferentes acepciones, estas por lo general son recopiladas por los diccionarios y se encuentran al alcance de todos. Esto es cierto, en especial, hoy en día que la gran difusión de dispositivos portátiles que acceden a Internet facilita notablemente la búsqueda instantánea de información.

Analicemos una muestra de ello. Si usted escucha o lee sobre una venta de lotes en El Caney, es posible que acierte acerca del significado de la frase, puesto que conoce individualmente las palabras pero, en realidad, podrían estar ofreciendo diversas cosas.

Según el diccionario, lotes son:

  • Divisiones obtenidas al repartir una unidad, por ejemplo, una herencia.
  • Agrupación de objetos que comparten las mismas características como unos productos de limpieza.
  • Porción que reciben los ganadores de la lotería u otros juegos de azar.
  • Conjunto de animales que pueden ser caballos, burros, mulos pertenecientes a una determinada clasificación, bestias de carga, los cuales se exhiben en ferias.

Sin embargo, no aludimos a nada de lo anterior porque aún falta otro concepto y ese es el que nos atañe. Un lote es cada una de las secciones o parcelas que resultan de dividir un terreno preparado para la construcción de un proyecto residencial, comercial o industrial.

En ocasiones, se dejan vacíos para organizar eventos ocasionales al aire libre, convenciones, circos o conciertos. Un uso distinto es el agrícola, en cuyo caso se destinan a la siembra y cosecha de algún fruto o vegetal.

De modo que la riqueza del español nos obliga a prestar la debida atención. No sea que queramos comprar una parcela para fabricar la casa de nuestros sueños y terminemos con una recua de rocines. Y aunque eso es improbable que suceda, la recomendación es válida a la hora de firmar un contrato. Siempre hay que leer con mucho cuidado todo el documento.